junio 2010


El uso interesado del lenguaje y de determinados términos, retorciéndolos de tal forma que generalmente quieren decir lo contrario de lo que realmente significan, es un método que la burguesía utiliza de forma habitual. Todos sabemos que cuando un empresario quiere despedir a trabajadores habla de «racionalizar recursos» o «estructurar plantillas», si se quiere privatizar un servicio público se denomina «externalizar». A los accidentes laborales todavía no los denominan «entrada en fase no productiva», pero es cuestión de tiempo.

La expresión más empleada, con diferencia, en los dos años largos de crisis ha sido «los mercados». Nos han presionado con «las exigencias de los mercados», «el miedo de los mercados», «el nerviosismo de los mercados», «el castigo de los mercados»…, todos los días, a todas horas. Se ha utilizado multitud de variables con estas palabras pero todas nos dan a entender que «los mercados» son algo muy poderoso, quizás algo malos a veces, pero siempre necesarios, invisibles, incorpóreos, anónimos, omnipotentes y omnipresentes, dotados de características casi místicas ante las cuales nada se puede oponer, nada se puede hacer salvo comportarse resignadamente ante sus caprichos.

Pero detrás de estos eufemismos hay personas e intereses muy concretos, enormes grupos financieros que manejan inimaginables recursos económicos. Esas personas y entidades son capaces de doblegar economías de países enteros y por supuesto dictar las políticas que todos han de seguir. Ahora mismo juegan a crear una nueva burbuja especulativa con la deuda pública de los países con más deuda como el Estado español, Grecia y Portugal.

Sin embargo, es mucho más cómodo para banqueros y millonarios que se exijan sacrificios a la mayoría de la población en nombre de unos abstractos «mercados» que en nombre de, por ejemplo, los 584 consejeros ejecutivos y altos directivos de las empresas del Ibex 35, que cobraron en 2009 una media de 989.000 euros, el nivel más alto alcanzado jamás por este colectivo. Sería un poco peligroso decir la verdad: que hay que congelar las pensiones para que Alfredo Sáenz, consejero delegado del Santander siga cobrando 10,2 millones de euros, que se recorten los salarios para que el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, pueda segur disfrutando de 8,39 millones de sueldo y otros «extras» y que una reforma laboral es fundamental para que el presidente del BBVA, Francisco González, tenga una nómina de 8,11 millones entre sueldo y acciones y el presidente de Repsol, Antonio Brufau, pueda mantener su sueldo de 4,2 millones.

Como se ve, a «los mercados» les gusta vivir bien. Pero estos seres no son nada «etéreos» y sí se les puede señalar, sus fortunas se pueden expropiar y sus empresas se pueden nacionalizar. De hecho, con esas medidas no se haría otra cosa que recuperar lo que es de los trabajadores, pues es de su trabajo de donde salen estos escandalosos beneficios. Y además, el mundo funcionaría mucho mejor.

Felipe Palacios.

Izquierda Unida de Villaverde del Río apoya la convocatoria de huelga de los funcionarios y trabajadores públicos en general. Es por ello que ha elaborado una octavilla explicando a los trabajadores del sector en particular y a toda la población en general, los motivos que existen para que todos los ciudadanos participen en ella.

Como ya manifestamos en el pleno celebrado la semana pasada,  y en el que el equipo de gobierno PP-PSOE aprobó los presupuestos municipales, nuestro partido aquí en Villaverde, no va a colaborar con ningún tipo de ley o decreto en el que se contemple la más mínima disminución salarial o cualquier  intento de ataque a las condiciones laborales de los trabajadores.

HUELGA DE FUNCIONARIOS Y TRABAJADORES DEL SECTOR PÚBLICO PARA EL DÍA 8 DE JUNIO

 

Desde Izquierda Unida de Villaverde del Río queremos mostrar nuestro apoyo a esta huelga convocada por los sindicatos en respuesta al Plan de recortes salariales y sociales presentados por el gobierno y que contiene las siguientes medidas:

–         Rebaja de un 5% del sueldo a los trabajadores del sector público

–         Congelación de las pensiones ( excepto las mínimas y las no contributivas)

–         Supresión de la ayuda de 2.500 euros por nacimiento

–         Reducción de la inversión pública en más de 7.500 millones de euros, que deberían destinarse a carreteras, hospitales, colegios y otros servicios básicos

–         Recorte de las prestaciones de la Ley de Dependencia

–         Restricción al acceso a medicamentos subvencionados

Estas medidas, aprobadas en el Parlamento con los únicos votos del PSOE, representan un grave ataque a los derechos de todos los trabajadores, los parados y las familias más necesitadas. Las promesas del gobierno acerca de que no se recortaría el gasto social y que la crisis no la iban a pagar los trabajadores se han quedado en las palabras. A la hora de la verdad, cediendo a las exigencias de la banca y  de los grandes empresarios  que son los que verdaderamente mandan en este país y en el mundo, pretenden sanear las cuentas públicas a costa de los bolsillos y las condiciones laborales de los que menos tienen, y desde luego, de los que no han creado ni tienen responsabilidad alguna en la crisis capitalista.

Hay que decir que este gobierno, empujado por los intereses de los grandes empresarios, no parará aquí. Habrá más recortes y más ataques, como la Reforma Laboral que se pretende aprobar por decreto.

La huelga del 8 de Junio debe ser el primer paso. La lucha no puede quedarse sólo en el sector público. CC.OO. y UGT deben convocar una Huelga General de 24 horas en todo el estado, unificando a todos los sectores, a todos los trabajadores, los pequeños autónomos y a los millones de desempleados, para obligar al gobierno a retirar unos planes que no nos sacarán de la crisis ni crearán empleo, tan sólo servirán para empeorar las condiciones de las familias trabajadoras.

Ya se quitó la careta. El gobierno de Zapatero ya no ha podido disimular más su verdadera naturaleza y ha dado el volantazo definitivo hacia la derecha, y lo ha hecho bajo la presión del Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea, las grandes potencias económicas, los empresarios, la banca, y demás centros de poder del capital y de la derecha en general.

Muy pronto ha olvidado quién lo aupó al poder, a los millones de trabajadores y jóvenes que no querían a la derecha en el gobierno. Muy pronto ha olvidado las promesas de salvaguardar el estado de bienestar del que tanto se jactaba y autocomplacía y, por olvidar, ha olvidado hasta el talante del que presumía.

El gobierno socialista está muy cerca del colapso y el espectáculo que da es dantesco. El presidente y sus ministros no paran de hacer manifestaciones a ciegas, a veces hasta contradictorias. Donde hoy dicen digo al rato dicen diego, o lo que es lo mismo, palos de ciego a unos y otros en una huida hacia delante en la que están embarcados y que no es más que un bote que hace aguas y en el que nadie achica porque están enfrascados en remar hacia el abismo siguiendo la hoja de ruta que los correligionarios del capital le han dibujado.

El problema de este gobierno es el mismo que siempre han tenido los partidos socialdemócratas. Siempre han creído poseer el brebaje mágico que posibilitaba gobernar contentando a empresarios y trabajadores, y siempre se han estrellado. Eso es una quimera; es imposible conciliar al explotador con el explotado, eso es una apreciación incorrecta dentro de las reglas tanto del capital como del socialismo, es como intentar meter en el mismo recipiente agua y fuego. El agua (el capital) siempre acabará apagando el fuego (trabajadores). Es por ello que o se gobierna en pos del interés de la mayoría de la población, los trabajadores, la juventud y demás clases desfavorecidas, o se aplica la política del capital, donde se mantienen los privilegios de unos cuantos en perjuicio del resto de la población.

Por desgracia esta última vía es la que ha tomado el compañero Zapatero y su gobierno, la de la defensa incondicional del capital y sus recetas anticrisis para que la situación, que el afán incontrolable de especulación financiera y de dinero de los banqueros y grandes empresarios han creado, sea pagada por las víctimas de esta crisis que no son otros que los que componemos la clase trabajadora.

De esta manera, entre los recortes anunciados por el gobierno, destacan la reducción del 5% del sueldo de los empleados públicos, la congelación de pensiones, la supresión del cheque-bebé, un recorte en la inversión pública de 6450 millones de €, medicinas más caras y la amenaza de una reforma laboral que ya ha anunciado el ministro Corbacho que llevará a cabo con o sin el consenso de los sindicatos y la patronal y en la que se contempla el abaratamiento del despido y la pérdida de otras conquistas históricas de los trabajadores.

Si todo esto es lamentable, aún lo es más el argumento en el que se basan a la hora de explicar la decisión de tomar estas medidas. Se escudan en anunciar que no hay dinero para sostener el estado de bienestar y los derechos sociales de la población como la sanidad y la enseñanza públicas, unos salarios dignos, el sistema de pensiones, etc. En realidad, el dinero que falta es el que hace dos años se le entregó a la banca, precisamente a los que en su afán de riqueza han llevado al mundo a esta crisis sin precedentes. 150.000 millones de € se les entregó a los bancos bajo la excusa de que era para que no faltase dinero líquido en España, y no cayeran las inversiones ni el trabajo. Hoy en día no hay ni rastro de ese dinero, no circula por ningún lado y para lo único que ha servido ha sido para engordar las cifras de beneficios de los consejos de administración bancarios y de sus accionistas. Y no queda ahí la cosa. Además de todo este dinero público que se le ha inyectado a la banca, están los 23.000 millones de € que el Estado paga anualmente en intereses de la deuda contraída con las entidades bancarias. Para que nos entendamos: yo te doy dinero público para salvar vuestros los bancos y a su vez, como me he quedado sin dinero, te pido un préstamo del que te voy a ir pagando los intereses. ¡El negocio es redondo!

Pero no terminan ahí la serie de medidas que el gobierno ha tomado contra la clase trabajadora. El recorte de 50.000 millones de € en gastos sociales va a suponer la pérdida de miles de puestos de trabajo, la mayor parte de ellos de carácter público, y que se van a dejar de sentir en materias como sanidad, enseñanza, ayuda a domicilio, y demás servicios públicos, lo que repercutirá en la pérdida de calidad en asistencia sanitaria y escolar así como la pérdida de otros servicios que hasta ahora se venían disfrutando con regularidad.

Por todo ello sería necesaria la convocatoria de una huelga general. Nuestros compañeros de las direcciones sindicales deben volver a beber de las fuentes del sindicalismo histórico, dar un puñetazo en la mesa de negociación y emplear las armas históricas de la clase trabajadora y que no son otras que la movilización y la huelga como único cauce para ser escuchados. No pintamos ya nada en esas negociaciones, sus planteamientos están claros, no podemos luchar en su terreno, en los despachos, escudarnos en conceptos tan ambiguos y ajenos a nuestra clase como “responsabilidad social”, “responsabilidad institucional, etc.

Las condiciones materiales para ello están maduras desde hace tiempo, y hoy por hoy raro es el día que no acometen otro ataque a los trabajadores, juventud, pensionistas y demás clases desfavorecidas. ¿Qué estamos esperando? Quizás si hace varios meses se hubiera convocado huelga general hoy en día estaríamos hablando de otra cosa, la patronal no estaría tan envalentonada y el gobierno sabría a qué atenerse antes de intentar apretarnos más el cinturón. Y no nos valen excusas como las que circulan por ahí de que una huelga facilitaría el desembarco de la derecha en el poder. La huelga, compañeros, sería para pedirle al compañero Zapatero y a todo su gobierno que gire de una santa vez a la izquierda y  deje de hacerle el juego a los verdaderos causantes de esta crisis: la banca, la especulación financiera y las grandes empresas, cuyo afán de amasar grandes imperios economicos están llevando a la ruina a millones de trabajadores y pequeños autónomos no sólo de este Estado, sino de todo el planeta.