diciembre 2009


El pasado lunes, 21 de Diciembre, se celebró el Pleno Extraordinario que habíamos solicitado y cuyo punto fundamental era la petición de que la plaza de auxiliar administrativo que queda vacante el próximo mes de Enero saliera a concurso público.

Días antes comenzamos la campaña entre la población. Repartimos casa por casa más de dos mil octavillas en las que se hacía un llamamiento a todo aquel que tuviera una titulación acorde con la plaza de administrativo para que acudiera a una asamblea pública y abierta a todo aquel que estuviese interesado. El día de la Asamblea más de 80 chavales y chavalas se reunieron con nosotros y se elaboró un documento solicitando la salida a concurso de esta plaza en concreto así como las demás que se fueran produciendo. Se recogieron más de 70 firmas que se agregaron a la petición para darla de alta en el registro del Ayuntamiento.

El día del Pleno y con alrededor de 40 personas de público asistente (lo normal viene oscilando entre ninguno y dos), todos ellos interesados en la propuesta, sucedió lo que ya es una constante para este equipo de gobierno que componen PP-PSOE. Al hacerles la pregunta en cuestión de si iban a sacar a concurso la plaza, como por cierto, dicta la ley, y aún más, para ofrecer la imagen de transparencia que tan poca credibilidad tiene entre la población, el portavoz del PSOE manifestó que no era esa su intención. La propuesta fue sometida a votación siendo rechazada con los votos del equipo de gobierno PP-PSOE. Cuando el público asistente vio  lo que allí sucedía no se lo pensó dos veces y se marchó en grupo.

Esto demuestra la incapacidad de este gobierno municipal. Ya no es sólo una cuestión de transparencia en la política de contrataciones, ya no es una cuestión meramente legal, que ofrezca igualdad de oportunidades a toda la población por encima de cualquier tipo de privilegios o credo político. A todo esto hay que añadir la ineptitud o más bien torpeza por quedar en evidencia delante de lo que supone un buen número de ciudadanos que se acercaron a comprobar cómo funciona la política en nuestro pueblo y lo único que sacaron en claro fue que todo lo que circula por la calle sobre el equipo municipal no son solo rumores. Ellos ya lo comprobaron ante sus ojos, pero el cinismo de esta gente parece no tener límites.

Enrique Casas Rodríguez, Responsable Organización IU Villaverde del Río.

Lo que ha comenzado a despertar en la vega cordobesa del Guadalquivir, a raíz de la exitosa huelga de 12 días desde finales de octubre hasta el 6 de noviembre, es la conciencia de clase y de lucha. En Palma del Río, que fue el epicentro de la movilización, siguen un mes después las concurridas asambleas semanales organizadas por el SAT con las cuadrillas del campo y de los almacenes de la naranja.

El Sindicato de Obreros del Campo – SAT – sigue fortaleciéndose en la comarca. Han surgido decenas de nuevas luchadoras y luchadores, pues las jornaleras las hemos visto desde el comienzo en la primera línea de los piquetes y de las asambleas. La gente de los pueblos dice que se está recuperando el espíritu de participación obrera como no se veía hace tiempo. Este resultado valió de por si la huelga. Para muchos jóvenes del medio rural, para muchos jóvenes  obreros de la construcción en el paro, esta fue su primera huelga en la vida. Las mujeres de Palma del Río ya habían protagonizado una lucha importante hace dos años y la ganaron con la ayuda del SOC y la implicación masiva de los jóvenes del pueblo con el Sindicato de Estudiantes.

Los pueblos de Posadas, Palma del Río, Fuente Palmera, Hornachuelos y otros estás experimentando un brote de participación en defensa las conquistas de la huelga. Estas son: cumplimiento del convenio del campo de Córdoba y fin del trabajo a destajo, la unidad de los trabajadores andaluces e inmigrantes, la limitación de la subcontratación y de la cadena de intermediarios de la patronal que roban el salario a los jornaleros, la ampliación del empleo mediante la adopción de cuadrillas de 24 trabajadores y no de 12 o 15 como sucedía antes de la huelga, el respeto de los derechos de los inmigrantes al mismo convenio en pie de igualdad, más reparto y rotación del trabajo en beneficio de cuantas más personas mejor. Y sobretodo: el control obrero del cumplimiento del convenio, a través de una comisión de jornaleros y jornaleras que visita los tajos, elegida por una gran asamblea obrera que supo obtener el apoyo del ayuntamiento de Palma del Río.

El desarrollo de la huelga

Fue una asamblea de medio millar de trabajadores y trabajadoras en Palma del Río (Córdoba), organizada por el sindicato, la que dio inicio a la huelga el viernes 23 de octubre. En un ambiente de ebullición, propiciado por el desempleo y el paro en la comarca, la consigna de la unidad entre trabajadores de todas nacionalidades se impuso gracias a la orientación conciente del sindicato, y gracias a la natural tendencia hacia la unidad de la clase cuando se pone en marcha. Los piquetes rápidamente empezaron a reunirse en las plazas y transformarse en asambleas de cientos. Los tajos y almacenes de la comarca se paralizaron y así se quedaron durante dos semanas. Cada pocos días miles de trabajadores y pequeños comerciantes, familias obreras enteras recorrían Palma en manifestación. Todas las decisiones se tomaban en asambleas. La movilización derrotó también a los medios de comunicación patronales, que intentaros sembrar la confusión publicando las acusaciones de xenofobia que ASAJA dirigía contra el SAT (!) A un cierto punto de la huelga, cientos de trabajadores de Palma decidieron dirigirse hacia la vecina vega sevillana, haciendo dos asambleas en Lora del Río. Y fue en ese momento que la patronal ASAJA y la Junta, alarmadas por la posibilidad de extensión de la lucha a Sevilla, se sentaron con las direcciones cordobesas de CCOO y UGT del campo y con el Ayuntamiento de Palma para firmar un acuerdo de cumplimiento del convenio. El SAT y la asamblea se reservaron el trabajo más importante, debatir democráticamente el qué hacer una vez finalizada la huelga, por votación en la asamblea, y pasar a vigilar los tajos.

Las enseñanzas de la huelga

No basta con firmar convenios. Hay que hacerlos respetar, y más en el medio de una crisis económica, donde todas las excusas de la patronal parecen buenas para explotar cada día más. Para ello, sólo vale el sindicalismo combativo y a pie de tajo y la generalización de la lucha. En la actualidad, la gran mayoría de convenios provinciales del campo, vigentes en Andalucía, no son respetados por la patronal, como no lo era el convenio de Córdoba. La actitud de los dirigentes de CCOO y UGT firmantes, se está demostrando miope. Su línea sindical está siendo «solo vamos donde nos llaman los trabajadores», lo que no solo limita de antemano la lucha, sino que en los hechos renuncia a ella. Los sindicalistas más activos en los pueblos, siguiendo esta línea sindical, tratan de arreglar los incumplimientos de manera puntual. Pero en cuanto el sindicalista abandona el tajo o el almacén donde los trabajadores se le llamaron, y dobla la esquina, el manigero y el patrón vuelven a presionar e incumplir (pues no hay contrato, los despidos son a dedo: «mañana no vengas», y fuera). De esta forma, los sindicalistas de CCOO y en algunos casos los de UGT van corriendo de un tajo para otro sin poder modificar la situación. Es como tapar boquetes en un barco que se hunde.

Al contrario, lo que se necesita en plena ofensiva patronal contra el empleo y los salarios es otra cosa: una lucha que orienta el descontento obrero hacia la participación, creando un ambiente de confianza en la fuerza de la clase, lo que permite la vigilancia directa de los trabajadores y la retirada de la patronal, atemorizada. Como la huelga que hemos relatado. Si, al contrario, un sindicato no sabe defender los convenios arrancados a la patronal, difícilmente podrá defender a la clase en este contexto tan duro.

Las luchas se ganan si son conducidas de manera participativa y democrática. Si los trabajadores perciben que la lucha está en sus manos, es decir que son dueños de su movimiento, entonces con facilidad multiplican los piquetes, extienden la lucha, implican a la mayoría de la población, se ofrecen para construir el sindicato, proveen a la lucha de miles de ojos y oídos al servicio de la huelga. Y luego, defienden las conquistas y siguen participando. Que es lo que está pasando.

Aunque la precariedad laboral y el paro puedan dificultar la labor sindical, los obstáculos objetivos pueden ser vencidos con la determinación y la constancia. El SOC-SAT no ha dejado de hacer asambleas en los pueblos, incluso cuando acudían pocas personas. La fragmentación de la clase en muchos tajos, el desempleo y la esclavización del sector inmigrante aprovechando su desconocimiento del convenio, no pueden ser excusa para renunciar a buscar caminos para movilizar y unificar a la clase. Los métodos de lucha clásicos al final siempre afloran a la superficie, si se le ofrece una posibilidad y un cauce, y a su vez permiten expresar lo mejor de las potencialidades obreras.

En el campo, el 95% de los trabajadores no pueden votar ni ser elegidos como delegados sindicales, debido a la precariedad del trabajo donde los contratos no existen. Por lo tanto, el SOC-SAT no tiene la «representatividad» formal para firmar acuerdos a nivel provincial, a pesar de contar con la mayoría de militantes y de los más combativos entre los jornaleros de una provincia o una comarca. Sin embargo, esta norma profundamente antidemocrática no ha impedido el éxito de una huelga tildada de ilegal por la patronal. Tampoco han impedido que la huelga la iniciase y la terminase una votación de los trabajadores en asambleas, sin importar su afiliación sindical.

La vega sevillana necesita también la huelga

El éxito de la  huelga ha aliviado la situación en el lado cordobés y ha fortalecido a la clase. En el lado sevillano de la vega, los problemas sociales son idénticos. El paro sigue aumentando. En pueblos como Brenes, Villaverde, La Rinconada, La Algaba, Burguillos, Cantillana, Los Rosales, Lora, Alcalá del Río, el paro ha crecido en un 30% – 45% con respecto al 2008. Los terratenientes y propietarios de almacenes proceden a la recolección col cuentagotas, dejando subir el precio de la naranja. Esto puede durar meses y el trabajo falta. El trabajo a destajo, sin horario, las ETTs, la sobreexplotación de las pocas personas empleadas, la falta completa de recursos en muchas barriadas, es el pan de cada día. En muchos casos, ya es la falta de pan. Mientras tanto, intermediarios y terratenientes se están poniendo las botas. Existen todas las condiciones para la huelga general del campo.

Es urgente que la exitosa huelga de Córdoba sea conocida y que los sindicatos de clase se orienten a la lucha en Sevilla. Ante iguales condiciones, la misma respuesta de clase. La actitud de la patronal registrada hace un mes, de temor ante la extensión de la huelga de Córdoba a Sevilla, indica que las posibilidades de éxito son reales. Una consigna tan sencilla como el respeto del convenio, y una campaña de asambleas para preparar la huelga, podría poner en pie de lucha a los pueblos de la vega sevillana.

Una vez concluido el verano, donde apenas hay faena en el campo, los trabajadores agrícolas esperan la llegada de la aceituna temprana en el mes de Septiembre para llevar algunos jornales a casa. Sin embargo, dos semanas después del comienzo de la campaña del “verdeo”, apenas se está recogiendo una parte de la producción y las labores de recolección se están dando con cuentagotas. La aceituna sigue en el árbol debido a los precios no rentables del mercado y la falta de financiación bancaria para los pequeños agricultores. Una situación agravada este año ante la escasez de lluvias que den tamaño y calidad al fruto.

El ahogo del pequeño agricultor

La aceituna de mesa es uno de los cultivos más importantes de Sevilla. Con 250 mil toneladas de producción, representa cerca del 90% de la producción de Andalucía y la mitad de la nacional. Según estimaciones de la propia patronal, esta actividad genera  750.000 peonadas. Pero la realidad es que una porción de estos jornales podría perderse. Muchos agricultores no están recogiendo la cosecha y gran parte de la misma se podría destinar a molino (convertida en aceite), o quedarse en el árbol. En ambos casos se produciría una merma en los días de trabajo de la campaña. Algo dramático para los muchos trabajadores y trabajadoras del campo andaluz que este año no lograrán juntar las 35 peonadas que dan derecho al cobro del subsidio de 420 euros durante 6 meses.

La cuestión es que el coste de producción oscila entre 0.75 euros el kilo y los 0.57 euros en las parcelas más productivas, mientras que los precios medios de las últimas campañas y los que se ofrecen actualmente al agricultor rondan los 0.48 euros el kilo de aceitunas, una cantidad que ni siquiera se equilibra con los 0.10 euros/kilo que suponen las ayudas comunitarias. Con estos datos en la mano, es evidente que las explotaciones más pequeñas e improductivas, que se cuentan por miles, se sitúan en pérdidas y están abocadas a la desaparición. Frente a esta lógica despiadada del mercado, frente a la tiranía de las grandes multinacionales de la distribución de alimentos y de los bancos que han restringido el crédito, nuestras simpatías están con los miles de pequeños agricultores y con sus reivindicaciones encaminadas a conseguir un precio justo que les permita sobrevivir.

Explotación sin límite de los trabajadores

El problema es que, como siempre, grandes y pequeños propietarios, quieren superar esta contradicción reduciendo los costes laborales. Es decir, pretende superar este callejón sin salida al que el mercado capitalista está llevando la producción agrícola, a costa de los obreros del campo, precisamente los que menos culpa tienen de este desbarajuste. La oferta de los propietarios de las tierras para esta campaña es pagar 3 euros por caja de aceitunas recogida, ni convenio, ni jornada, ni nada que se le parezca. Una cantidad que supone trabajar aprisa y sin descanso para ni tan siquiera llegar al jornal (43.73 euros). La oferta no se hace directamente al trabajador, sino a través de las “empresas” intermediarias que se han hecho dueños de la fuerza laboral en el campo y que hacen el trabajo sucio a la patronal. A menudo son esclavistas sin escrúpulos que explotan y sacan tajada de todos los trabajadores, en especial los más desprotegidos, como los inmigrantes.

En verdad, esto no es nuevo. Es una vuelta de tuerca más a la constante que hemos venido denunciando desde estas páginas en estos años. Las grandes campañas de trabajo en el campo, como la aceituna y la naranja, están desreguladas de hecho, la mayor parte se realiza a destajo y sin la cobertura de un convenio que ya de por sí es bajo. Aquí observamos algunos datos que la patronal no contempla en sus estadísticas. Con el sistema del destajo, la productividad se incrementa, sobre las espaldas del trabajador, y en consecuencia el coste de la mano de obra, los jornales necesarios para sacar la producción, disminuyen. Pero por mucho que se explote a los trabajadores, por mucho que se rebajen sus condiciones laborales, el mercado sigue imponiendo su ley de hierro. Con los precios actuales de compra y financiación de las cosechas, la mayoría de las explotaciones agrícolas son inviables, incluso con trabajo semiesclavo. La ruina de la pequeña propiedad, la crisis permanente en la que está sumida la producción agrícola bajo el control de la banca y las grandes comercializadoras, es decir, bajo la dictadura del capital, no es responsabilidad de la clase trabajadora que no está obligada a aceptar ningún sacrificio para salvar un sistema insostenible e injusto. Esta es la base de la que  debe partir una posición de clase en defensa de los derechos de los trabajadores, que no pueden estar supeditados a criterios de rentabilidad empresarial, aunque se trate de la pequeña propiedad. Y esto significa la lucha por la aplicación del convenio colectivo, la desaparición del destajo y la ilegalización expresa de la subcontratación en el campo

Pasividad sindical

Lamentablemente, no ha sido ésta la política sindical que se ha aplicado estos años en el campo. Lejos de adoptar una orientación combativa, todo este entramado se ha impuesto en el mundo rural con la permisividad de las direcciones sindicales de CC.OO. y UGT. En ningún momento ha habido una respuesta seria y coordinada para frenar esta tendencia, sino más bien una aceptación de hechos consumados. Hasta tal punto esto es así, que en la plataforma inicial del último convenio, las propias direcciones de estos sindicatos pretendían “regularizar” esta situación incluyendo en el documento salarios correspondientes al trabajo por cuenta. Es decir, renunciando a cualquier lucha contra esa explotación inmisericorde que es el trabajo a destajo y contra todo lo que este sistema lleva aparejado, las mafias intermediarias, la división de los trabajadores entre inmigrantes y locales, entre los más aptos y los más débiles, como las mujeres y los mayores, etc.

Pero es que al día de hoy, con la que está cayendo en el sector agrario, cuando incluso la patronal ASAJA ha convocado una jornada de huelga en la aceituna por los bajos precios, no encontramos ni un solo comunicado desde Comisiones y UGT llamando al respeto del convenio y denunciando las penosas condiciones laborales y salariales que se está exigiendo a los trabajadores de las poblaciones rurales.

Una actitud verdaderamente proletaria y reivindicativa sí la hemos visto en las movilizaciones que el SAT (Sindicato Andaluz de Trabajadores) viene protagonizando en defensa de la dignidad y el empleo, convocando marchas, ocupaciones y manifestaciones que han sido duramente reprimidas. Enarbolando un programa de mejoras para los parados y los jornaleros, completamente olvidados en los programas de ayudas del gobierno, como son, la eliminación de las 35 peonadas como requisito para acceder al subsidio, la ampliación de esta prestación hasta los 10 meses y elevar la cuantía al salario mínimo interprofesional, la puesta en marcha de programas de empleo y de inversiones públicas en los pueblos que realmente den trabajo a los parados y los eventuales al menos durante cuatro meses, la extensión de todos estos derechos y prestaciones a los inmigrantes en pie de igualdad con los nativos, etc.

Estas y otras medidas que vayan en la misma dirección son perfectamente asumibles por las direcciones de CC.OO. y UGT, que deben sumarse a la lucha y poner las bases de la unidad de acción sindical entre los tres sindicatos de clase como objetivo inexcusable para afrontar las enormes contradicciones que vienen desarrollándose en las zonas rurales.

La cuestión de la propiedad de la tierra

Sin duda un programa de mejoras, un programa de transición es indispensable para animar a los trabajadores a movilizarse y luchar por avances salariales y laborales concretos. El límite se encuentra en que podemos intervenir con estas consignas mientras haya actividad productiva y por lo tanto trabajo. Pero qué se puede hacer cuando no hay producción, cuando los propietarios, especialmente los grandes, no cultivan, arrancan los olivos o dejan la producción en el árbol. La campaña de la aceituna pone sobre la mesa la cuestión de la propiedad de la tierra y las contradicciones irresolubles que conlleva la propiedad privada de los medios de producción en la sociedad capitalista, hasta el punto de que un reducido grupo de terratenientes tienen en su mano colapsar la producción agrícola cuando el mercado no satisface sus intereses. De hecho, ASAJA, la patronal latifundista por excelencia, está recomendando a todos sus asociados que no cojan la aceituna a menos que tengan ofertas por encima del precio de costo.

Sobre esta dramática realidad, el programa de la Reforma Agraria, es decir, la expropiación de los grandes latifundios y su puesta en producción como propiedad social, no puede plantearse como una buena idea para un tiempo futuro sino como la continuación natural de la lucha por las mejoras concretas para los trabajadores que el SAT, por ejemplo, está defendiendo. La propiedad social de los medios de producción, de la tierra, es una necesidad histórica que la crisis y las contradicciones del capitalismo está poniendo en el orden del día. Esto ya no puede sorprender a nadie cuando hemos visto cómo los países capitalistas más avanzados han tenido que recurrir a las nacionalizaciones de bancos y aseguradoras para salvar el sistema financiero ¡tapando los agujeros con dinero público!. También la solución de la eterna crisis en el campo pasa por medidas nacionalizadoras, una tarea que corresponde a las organizaciones obreras agrupando al conjunto de la clase trabajadora entorno a un programa socialista. Hay que expropiar a esta aristocracia latifundista que llevan siglos siendo un obstáculo para el desarrollo económico y social, viviendo, antes de las rentas y ahora de los subsidios comunitarios.

Por supuesto, son muchos, y no sólo en las filas de la burguesía y los terratenientes, los que auguran todo tipo de desgracias y catástrofes con la sustitución de la propiedad privada de los medios de producción  por la propiedad social, en manos de los trabajadores. Cuando el panorama que tenemos en el campo bajo el sistema capitalista es ruina, explotación, economía subsidiada y amenazas constantes de colapso en la producción, no parece que los cambios que proponemos en la propiedad y en la explotación productiva puedan traernos algo peor. Como siempre, todo se resume en socialismo o barbarie.